De un tiempo a esta parte viajo en tren más a menudo que antes.
Antes no viajaba en tren salvo en contadas excepciones, como aquella ocasión en que cruzamos Europa y descubrimos París, Brujas y Amsterdam.
Ahora, cada poco tiempo, recorro casi la mitad del país hacia el sur suroeste, y luego lo hago marcha atrás y vuelvo a Madrid. El tren avanza deprisa, deprisa, aunque casi siempre se te hace lento, lento. Estamos acostumbrados al avión, al coche para trayectos cortos, a tener todo en la mano, al adsl y a los grandes almacenes, no hay duda. Aunque sea un ave y vaya como una bala, da un poco de pereza, es inevitable.
En cuanto dejo atrás la estación y la ciudad que la contiene, sin embargo, siempre llega un momento en que me arrellano en el sillón, respiro hondo mirando por la ventana y disfruto conscientemente del viaje en el tren. Porque tiene una ventaja, y es que, si quieras, puedes ver cada metro de terreno que hay entre el origen y el destino. Realmente ves el viaje que haces. Puedes ver muchas de las casitas que separan Madrid de Sevilla. Los increíbles cielos de la Mancha al atardecer, la aparición y desaparición de pueblos en segundos, la transformación de hierba y árboles en asfalto y semáforos.
Además a veces, como yo ayer, vas de espaldas a la cabina y esto produce el curioso efecto de que no puedes prever lo que viene, va apareciendo por tu espalda como si se fuera creando a partir de la nada y surgiendo de tu sien en el momento. Pasan años en segundos, se construye una ciudad en minutos. El ventanal parece una pantalla enorme y el viaje, un documental de esos en que pasan imágenes a cámara rápida, y ves una flor crecer y abrirse en segundos, o una tormenta formarse, romper y desaparecer. Me encantan esas secuencias. Hay gente en cambio, que dice que se marea yendo hacia atrás. Para gustos los colores, oiga.
No sé porqué pero casi siempre, si vas concentrado en el paisaje, te da un poco de pena que la ciudad vaya comiéndose el campo y el cielo, hasta que sólo ves ciudad.
Ayer, además, me tocó viajar en un asiento agrupado con otros tres como para jugar al mus, con la compañía de una señora, que no se cómo se llamaba, y sus hijos Carlos y Rocío. Unos tres y seis años, muy dulces, muy simpáticos los tres. Comprobé aliviado que la influencia de los padres es total en el carácter de los hijos. De una madre que sonreía constantemente y se reía con sus hijos salen los dos niños más majos que he visto encerrados en un tren. Y encima guapos. Existe un futuro para la raza humana.
Carlos jugó durante todo el viaje con sus coches de juguete y perdió unas cuantas veces a Rayo McQueen por el pasillo. A Rocío le costó dos horas pero, casi al final, se sentó a mi lado y dejó de compartir asiento con su hermano. Para sellar nuestra amistad me ofreció un chicle y ella se comió ocho de una tacada, disparando nuestras carcajadas porque casi le salía espuma por la boca. Después de haber estado mirándome de reojo durante todo el trayecto me dijo adiós con la manita y sonrió cuando me bajé del tren. Tenía que haber hablado más con ella. Ojos inteligentes.
Menos mal que no me dormí. Me hubiera perdido la película que pusieron en el ave, la que me puso el mundo a través de la ventana, y la que yo mismo protagonicé con la familia sonriente.
Fin de vacaciones, vuelta a la vida habitual.
martes, 6 de mayo de 2008
Películas en el tren
martes, 22 de abril de 2008
Armas de destrucción doméstica
(NOTA: como ya sabéis escribo de carrerilla y sin preparar nada, así que me ha quedado un poco largo... paciencia, o bien que os den. :P )
Introducción e ingredientes
De todos es sabido que a menudo los más grandes peligros se encuentran en los lugares más inofensivos. Aparentemente inofensivos, claro. Tenemos ejemplos en la Madre Naturaleza, por todas partes: peces de maravillosos colores que envenenan a sus depredadores, plantas como girasoles punkarras que se cierran sobre moscas y mosquitos incautos, vivarachos mamíferos peludos que ahuyentan a sus presas, básicamente, con pedos nauseabundos... La lista es interminable incluso sin entrar en el género humano.
También hay otra clase de peligros, especialmente para un joven emancipado como yo y otros de mi calaña. Vivimos nuestra infancia, adolescencia y juventud un poco ajenos a los artilugios que nunca faltan en cualquier hogar que se precie, y que están ahí para (atención) hacer nuestra vida más cómoda, y nos toca descubrirlos tardíamente y por necesidad, no por afición.
Pongamos como ejemplo sin ir más lejos, ese curioso aparatejo metálico relativamente pesado y que contiene algo que se llama válvula sin ser un motor: la maravillosa olla express u olla a presión, también llamada olla esprés o, directamente, la esprés (añada aquí su pronunciación regional deseada). Dejaremos para futuros encuentros la plancha, los mil y un artefactos y líquidos de limpieza, etc.
Funcionamiento
El funcionamiento teórico es muy sencillo: la olla se cierra a cal y canto y en su interior va aumentando la presión, incrementando así la temperatura y consiguiendo una cocción más rápida. Cuando llega al tope de presión permitida, la dichosa valvulita deja escapar lo necesario para que no pase de ahí. Como el agujerito cerca del borde del fregadero que evita que se inunde la cocina aún cuando el sumidero está lleno de granos de arroz, pero para presión en lugar de agua con restos. En plan válvula, vamos.
Es un invento maravilloso, pero tiene ciertos componentes un tanto mejorables o difíciles para principiantes. Por ejemplo: se empieza a contar el tiempo una vez que está a la presión correcta. ¿Cómo sabemos, jóvenes aficionados al telepi, cuando está a la presión correcta? Coño porque la válvula deja salir vapor, lo acabo de explicar... Lo que ocurre es que nadie está preparado para el sonido que hace el cacharro infernal.
Tiempo de cocción
Yo nací en el 78, pero supongo que de haber estado en Alemania cuando tuvo lugar el bombardeo de Dresde en la Segunda Guerra Mundial habría reconocido el sonido, porque las miles de bombas voladoras debían emitir un silbidito durante su caída hacia el desafortunado objetivo similar al que emite la jodía valvulita de la olla a presión. Es un sonido de esos que te sacan de quicio, de los que coge tu mente y los deforma, haciendo que te parezca que van subiendo en intensidad, tono y timbre. Al instante, te acecha la duda: ¿lo habré hecho bien? ¿estará bien cerrado? ¿cómo puedo estar seguro de no que va a salir volando por toda la cocina, persiguiéndome por el pasillo y achicharrándome finalmente sin piedad cuando ya estaba alcanzando la puerta?
Vale, relax. Controlamos nuestros impulsos animales que, con toda lógica, nos llevan a huir de algo cerrado a cal y canto que se está llenando de aire y agua a presión y que además nos avisa con un silbido diabólico... y esperamos pacientemente diez minutos. Revisamos la receta: albóndigas, diez minutos.
La dichosa espera
Diez minutos. Total, si no queda nada, ya sólo quedan casi ocho... Repasas mentalmente la receta: el sofrito, el vino blanco, agua hasta cubrirlo todo, mierda-se-me-ha-olvidado-el-laurel... Miras el reloj del móvil, y sumas diez mentalmente. A y 32 lo saco. Te pones a ver la tele, pero al lado hay otro reloj que marca y 34. Normalmente te lías con los dos y al final el tiempo te pasa lento como un convoy de mamuts semicongelados, así que simplemente esperas e intentas imaginar una sirena con una flauta de Pan como fuente del silbido del Mal.
Hay que introducir aquí el factor fracaso. Cocinar relaja sumamente, pero esa relajación no es total hasta que compruebas el resultado de tu esfuerzo, lo pruebas y dices: "coño está de puta madre." No hay peor cosa que cocinar una hora y media (con o sin silbidito) y al final sacar una especie de cadáver carbonizado. Como la olla está cerrada a presión, lo que estén sufriendo ahí dentro las albondiguitas, el sofrito y el agua sólo lo saben ellos, pobres. Así que tu cabeza empieza a recordarte: "mira que si te pasas, se van a pegar a la olla las albóndigas y en lugar de comida vas a tener un fondo como de acuario para peces...".
Apertura de la olla a presión
Sumados los nervios naturales del silbidito, el lío que te montas con la hora, la impaciencia en general y el miedo a que se queme, te lanzas a desactivar la bomba. Quiero decir a terminar con la olla. Momento para reunir valor, acercarte al cíclope de metal que te silba amenazador, y usar un control para que la olla libere todo su mal, permitiendo después que la abras. Prosigue a continuación otro silbidito, acompañado de un generoso chorro de vapor como en los vídeos antiguos de Michael Jackson. Según las instrucciones, en poco tiempo deja de salir vapor y puedes abrirla.
¿Pero cuánto es poco tiempo? En mi caso, mi olla tenía dos posiciones. La 2, máxima presión, para cocinar más deprisa. Para terminar tienes que pasarla a la 1, donde suelta el exceso de presión y después pasarla a la posición "vaciado". Vale pues en la posición vaciado no le daba la gana quedarse. Te toca estar sujetando el dichoso mando, notando el calor molesto del vapor casi en los dedos, y pensando si estarás haciendo el gilipollas ahí de pie.
Conclusión
Al final por fin, cuando dejas de tener el vello de la nuca como un puercoespín, liberas el cierre de seguridad, giras la tapa, abres la olla... Y ahí está, tu obra. Con agua de más porque no has podido aguantar lo suficiente el ruidito y el tiempo y has abierto pronto, pero no importa. Es tu comida. Tu madre estaría orgullosa. Al instante se viene uno arriba: "pues no ha sido tan difícil, después de esto ya puedo hacer de todo..." y se imagina uno a sí mismo sirviendo corderos a sus amigos, desatando la envidia de las esposas ajenas, los aplausos del respetable.
Hay que reconocer que si esto lo haces, como me ocurrió a mí, después de 11 horas de trabajo, relajar, relaja lo suyo. Y desconectar, desconectas lo tuyo. Y aunque sea más de la una de la madrugada y hayas tenido que hacer un par de llamadas de emergencia (al número de emergencia de estos casos: madre, novia, o cualquier fémina que se ría poco de ti) para comprobar que lo has hecho bien, al final uno se acuesta con la sensación de que ha avanzado otro pasito en el camino de la independencia absoluta.
No sabemos si en la dirección correcta, claro, pero avanzar hemos avanzado.
Seguiremos informando... ;-)
jueves, 17 de abril de 2008
Viaje en el tiempo
Su teléfono móvil sonaba, y después de ver el nombre de la persona que llamaba y darle al botoncito verde dijo, con el oído pegado al Nokia y una sonrisa de oreja a oreja: "No me lo puedo creer..."
A esa primera frase siguió una charla de casi una hora de duración con un fantasma vivo, que le propuso cosas para el futuro y le recordó el color y el sabor de muchas pinceladas de pasado. Le contaron de otros fantasmas vivos, y tras emplazarse para verse pronto, volvió flotando lentamente hasta el presente, dejándose llevar. Como un Robinson Crusoe tras ser rescatado, tenía ganas de contarle a todo el mundo su experiencia, de compartir la aparición del fantasma.
A veces, pensó, merece la pena haber dejado escurrir entre los dedos a las personas, sólo por tener la oportunidad de recuperarlas y reencontrarlas. El por qué lo hacemos, le parecía un misterio con mil justificaciones. Pero siempre le asombraba la facilidad que tenemos las personas de hacer un viaje astral con dos frases, para recorrer en un vuelo instantáneo kilómetros y años y recuperar nuestro asiento en el pasado.
Entre fantasmas, como si nada hubiera ocurrido.
Esos lazos invisibles, pensó, son independientes del tiempo y del espacio, siguen ahí esperando a ser recuperados, con su fantasma correspondiente al otro lado del hilo.
No todos, claro. Sólo los de verdad.
miércoles, 16 de abril de 2008
Radio cosquilleo
Me encanta descubrir canciones que no había oído antes, que nadie me ha recomendado ni he encontrado en ningún sitio. Simplemente suena en una radio (FM o por Internet) y me produce el cosquilleo en la nuca que me producen las canciones que me llegan. Sí, me pasa eso, soy así de raro. Normalmente acabo consiguiendo la canción, el disco o la discografía por cualquier medio necesario. Puede ser de cualquier estilo, me da igual si se parece a lo que me gusta o no. Si noto "lo de la nuca", es que resuena conmigo. :)
Hoy, en Radio 3 por la mañana, en el coche, yendo al curro, sin ir más lejos. Normalmente no me flipa el rock alternativo que suelen poner, pero ha sido empezar a sonar esta canción, sobre todo cuando empiezan a cantar y me ha llegado el cosquilleo. El grupo tiene el nombre ridículo de Someone Still Loves You, Boris Yeltsin y la canción es Modern Mistery.
Me ha costado pero creo que he encontrado la manera de que la oigáis. ;-)
boomp3.com
Los chicos éstos de Missouri tienen MySpace y el disco se llama Pershing, del 2008. Me encanta el sonido, las guitarras, la melodía, la voz suave del chaval y los coros. Me recuerda un poco a Sufjan Stevens. Y la he oído hoy 30 veces.
jueves, 10 de abril de 2008
Yo también
Yo también estoy nerviosillo, aunque no lo diga.
Nerviosillo porque quieres que todo salga perfecto, que sean tres días que ocupen veinte en la memoria, que no haya un solo momento de aburrimiento, ni un segundo de descanso, ni un atisbo de mal rollo por leve que sea.
Nerviosillo porque quieres hacer en tres días lo que no has podido hacer durante quince. Compartirlo, contarlo, escucharlo, tocarlo, tenerlo todo. Ver en persona cómo dices las cosas en lugar de escucharlas pegando el oído a un cacharro de plástico. Poder interrumpirte sin necesidad de abrir la boca. Saber qué piensas sin tener que preguntar. Que experimentes lo que hago y no lo que te digo que hago.
Y nerviosillo porque tengo que afeitarme antes de las nueve menos cuarto, ya sabes. Y tendré unos mínimos nervios de esos que tienes siempre que vas a buscar o esperar a alguien en estación, aeropuerto o cafetería. Es imposible no mirar a todos lados, a todas las caras, para ser tú quien ve primero al otro.
En fin, apuraré mi café, me concentraré en lo poco que queda de curro y me quitaré los "nerviecillos" de golpe luego.
viernes, 4 de abril de 2008
Hace 9 años
Hoy hace 9 años, el mundo no era tan diferente del que es hoy.
El 4 de Abril de 1999, el planeta se levantaba con las noticias de los bombardeos de la OTAN en Serbia, veía a Boris Yeltsin por televisión, que era aún ese presidente sonrosado y borrachete de Rusia, en la tele echaban los Vigilantes de la Playa (Sin Tetas No Hay Salvamento, se llamaría hoy, seguro...).
La música comercial que triunfaba era Celine Dion con la cancioncita horripilante de Titanic, los Beastie Boys, Lauryn Hill, y Madonna comenzaba su senda electrobailable con Ray of Light.
El Oscar de la Mejor Película ese año se lo llevó una de mis favoritas, American Beauty.
¿Recordáis esa peli? Lester termina asesinado y el final es su voz en off, su reflexión recién muerto.
Siempre oí que tu vida entera pasa en frente de tus ojos un segundo antes de morir. Primero que nada, ese segundo no es para nada un segundo, se estira para siempre, como un océano de tiempo. Para mí, fueron mentiras a mis espaldas en el campamento de Boys Socuts, viendo las estrellas fugaces caer. Y las hojas amarillas de los árboles de arce alineadas en nuestra calle. O las manos de mi abuela, y la forma en que su piel se me parecía al papel. Y la primera vez que vi el nuevo Firebird de mi primo Tony. Y Janie… y Janie. Y Carolyn. Supongo que podría estar bastante enfadado por lo que me paso, pero es difícil estar enfadado, cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la viera toda a la vez y es demasiado. Mi corazón se llena como un globo que está a punto de estallar... Y entonces recuerdo que tengo que relajarme y no intentar aferrarme a ella, y entonces fluye a través de mí como la lluvia y no puedo dejar de sentir gratitud por cada simple momento de mi estúpida y pequeña vida... No tienes idea de lo que estoy hablando. Pero no te preocupes... algún día la tendrás.Entre otras cosas bellas, me parece que cumplir nueve años de relación con tu pareja es una de ellas. Con lo difícil que está el tema de los amoríos hoy día...
Lo recuerdo como si fuera ayer, a él confesando que "hay una amiga de P... que me mola...", que jóvenes, qué tiernos, qué poca barba teníamos. :)
Felicidades chicos, sois unos jefes.
miércoles, 2 de abril de 2008
Curiosité
Desde que era pequeño, porque no nací midiendo unochentaycinco como os podréis imaginar, recuerdo tener curiosidad por las cosas. Cuando digo curiosidad por las cosas no me refiero a ese impulso infantil y suicida de meter lengua, dedos e incluso pene colita en cualquier lugar con posibilidades de peligro. Ni a coger cualquier cosa del suelo y metérmelo en la boca. Seguro que también lo hacía, pero era mi cerebro reptiliano y mi proceso de aprendizaje, no era curiosidad.
Me refiero, teniendo ya uso de razón, a curiosidad por saber cómo funciona esto, como se hace eso otro, por qué se llama así aquello... Cualquier cosa que me gustara tenía que exprimirla a tope. Cuando me dio por leer cómics, al poco tiempo dibujaba cómics y me inventaba mis propios superhéroes (vale, asumo que Ultraman se parece a Supermán, pero mi traje molaba mucho más). Cuando me dio la locura de jugar al / leer revistas de / estar obesionado con el baloncesto y colgar un poster de Michael Jordan en mi cuarto, hacía a mi madre traer una máquina de escribir del trabajo (época previa al ordenador personal, sí) y me escribía mis propias crónicas de partidos. Cuando pasé a leer libros más decentes o a mi hermano le dio por la ciencia ficción (no hace falta que diga que el hermano mayor es tu catalizador cultural ¿verdad?) a mí me llego el impulso de escribir relatos cortos. En la adolescencia/pubertad/época de empezar a fijarte en chicas a todos nos empieza a flipar la música. A mí eso me impulsó a aprender por mi cuenta a tocar la batería sin tener batería y después, a tocar la guitarra (hizo falta una guitarra).
Como me gustó aquel trasto con disquetera que compraron en mi casa hace siglos me decidí a estudiar informática. Como me pareció un inventazo lo de Internet, me propuse aprender a hacer páginas web. Una vez que sabía tocar Metallica y los Beatles en la guitarra, me dio por estudiar un poco de música y componer la mía propia. Y para cuando me hice un poco más mayor y empecé a leer cosas raras, me dio por hacer un blog de "conspiraciones judeomasónicas"...
(Empiezo a verme como el típico escritor de libros de autoayuda argentino, que lees su perfil y pone "X ha sido periodista, obrero, encuestador, minero en Guinea, pescador en Japón y alfarero en Túnez antes de dedicarse a estudiar Psicología y escribir...". A mí esos perfiles me dan mal rollo, ¿cómo sabemos que lo de psico-escritor va a ser su última profesión? ¿Cómo sabemos que es de verdad y no es un obrero aburrido, o un minero de año sabático? Si sois listos ya sabréis a quien me refiero. Pista: cuentos para...)
A menudo me han dicho que empiezo muchas cosas y no termino ninguna. Efectivamente no fui dibujante de cómics nunca, ni periodista deportivo, ni escritor de ciencia ficción, ni monté una banda de rock ni publiqué discos de música instrumental. No soy el mejor informático del mundo, no valgo como freak y nunca llegué a nada en el baloncesto (salvo a ganar dos concursos de triples en mi colegio jejejeje).
Podría justificarlo diciendo que es mi herencia cósmica por ser géminis. Dualidad, incapacidad de estar mucho tiempo con lo mismo, etcétera etcétera...
Pero mi victoria es otra.
Mi victoria es que esa curiosidad la mantengo hasta hoy. Cada cosa que dejé de hacer en su momento me dejó tiempo y neuronas para meterme en otras doce.
viernes, 28 de marzo de 2008
Carta a los directores de informativos
Estimado director de informativos de cualquier-cadena-excepto-la-2:
Ya sé que me puede perfectamente mandar a tomar por saco con la clásica excusa de "me va a decir usted a mí cómo tengo que hacer mi trabajo" (igual de estúpida y manida que el "yo es que soy así"). Ya sé que yo ni soy periodista, ni tengo experiencia, que soy joven y no tengo ni pajolera idea de cómo funcionan las cosas.
Todo eso ya lo sé.
Aún así me permito hacerle llegar mi... mi... cómo decirlo suavemente... mi absoluto desprecio por la bazofia audiovisual que nos encasquetan día tras día bajo el ambicioso título de "noticias" o "informativos", "actualidad", o lo que sea.
Observo con asombro y asco a partes iguales cómo han derivado sus programas en auténticos resúmenes de sucesos. No me apetece hacer una estadística formal pero mi percepción, y creo no estar sólo en esto, es que la gran mayoría de las noticias empiezan por "Un hombre/mujer/niño/grupo de personas ha muerto hoy en...". Un poco de política local, un poco de deportes, un poco de moda o de algún remedio milagroso de la ciencia contra nuestras lorzas de más, y toneladas de sucesos.
Que no digo yo, ojo, que no sea interesante para algunos saber los detalles más escabrosos de todas las muertes no naturales del día (incendios, accidentes, ahogamientos, atropellos, accidentes laborales, errores médicos, et al.). Pero quizá no es taaaaaaaan interesante como para ponerlo en lo que llamáis prime time. Hace unos años eso se ponía en programas como Impacto TV y cosas así.
Ya sabemos que la gente se muere, tranquilos. Somos conscientes de los mil y un peligros que esconde la vida moderna. Pero aún así nuestra audacia, aderezada seguramente con una pizca de irresponsabilidad, nos empuja a (y enumero):
- Seguir saliendo a la calle, pese a la horda de ladrones, violadores y bandas callejeras que nos amenazan.
- Ir a los colegios o universidades, e incluso -oh dios- enviar a nuestros hijos a ellos, a pesar de los malos tratos, de las collejas letales grabadas con el móvil, de la aparición de siniestros seres humanos de piel más oscura y acento extraño en las aulas.
- Visitar médicos cuando nos encontremos mal, desafiando así los cientos de posibles errores médicos que nos van a dejar por lo menos jodidos el resto de nuestra vida.
- Usar cocinas de gas, a sabiendas de que esas patatas fritas pueden ser el preludio de una explosión subatómica.
- Comer boquerones en vinagre, pollo, huevos, carne de vaca y lo que nos echen, porque si hemos sobrevivido miles de años hasta hoy, confiamos en superar también el puto anisakis y todo bicho malo que mate a 4 personas en Indochina.
- Salir a la calle en primavera y, en los límites de nuestro valor, no empastillarnos contra la alergia salvo que sea algo realmente grave. Consideramos que podemos vivir con unos cuantos mocos, unos pocos estornudos, y si acaso un colirio para el picor de ojos.
- Seguiremos bebiendo agua del grifo y nos ducharemos todos los días, pese a sus continuas advertencias de una sequía general, persistente, omnipresente y maléfica, como la nada de la Historia Interminable. Curiosamente de momento no ha dejado nunca de salir agua de nuestros grifos, y curiosamente seguimos viendo en el mundo real miles de fugas de agua por las calles.
- Arriesgar nuestras vidas montando en aviones para ir a otros sitios y ver otros mundos (y de paso con suerte otras noticias), pese a la tonelada de detenciones, falsas alarmas y supuestos planes desbaratados para matar a todo bicho viviente.
Esperando que estas reflexiones no exentas de cierta ironía, disculpe usted, yo no tengo que ser políticamente correcto porque no me pagan, le devuelvan a la senda de la información y le cambien su papel de doctor del miedo por el de personita alegre, me despido.
Saluz!
P.D: Y ahora que veo como queda esto, chúpese usted esas florecillas para la lista con viñetas. Hubiera preferido balas, ¿eh?
jueves, 27 de marzo de 2008
Recuerdos
Leo un estupendo post en MyCharmSchool, Gafas de Niño, y descaradamente del suyo voy a escribir yo el mío hoy.
Ya he aprendido que para leer libros para niños hay que ponerse unas gafas especiales, que no son de pasta ni de sol, no, son gafas de niño, y una vez que te las pones el mundo tiene más o al menos distintos colores, los animales hablan y llevan corbatas y zapatos de tacón mientras los ”mayores” sólo saben decir no y “luego, ahora no es el momento”.
Yo defiendo que la literatura infantil se escribe para los niños pero la deberían consultar también los adultos a ver si así a través de las sutiles metáforas infantiles se acuerdan de compartir, perdonar, confiar en los demás, guardar un secreto, creer en algo… Aprender de todo, en definitiva.

De la colección el barco de vapor recuerdo Un duende a rayas, Rabicún, Las aventuras de Vania el forzudo, Lumbánico el planeta cúbico, La hija del molinero, De profesión fantasma (uno de mis favoritos), El pirata Garrapata, Fray Perico y su borrico... ¿Qué clásicos, eh? También recuerdo mi adicción a la serie de El pequeño vampiro y un libro que he intentado recuperar mil veces desde hace años para releerme, Los guardianes (el del mundo en el futuro dividido entre urbes y vida de campo en plan siglo XIX). Para empezar y no parar...

Se me ha ocurrido que a lo mejor vivía más intensamente esos libros. De cada uno aprendías cosas nuevas (al menos palabras), y después de leerlo dibujaba a los personajes, ideaba disfraces de ellos que jamás llevaba a cabo (¿qué niño puede fabricarse un ataúd para dormir con la venia de sus padres?), jugaba a ser ellos.
No me imagino a un adulto diciendo "me pido el detective del Código Da Vinci!!!!"
Y vosotros, ¿algún libro infantil que merezca la pena recordar?
miércoles, 26 de marzo de 2008
Si tuvieras que elegir UNA canción...
Os propongo un juego. Supongamos que te obligan a escoger una única canción para poder escuchar el resto de tu vida. No la que más te gusta, sino la única que podrías escuchar una y otra vez.
Se me ocurrió el otro día, y después de darle unas cuantas vueltas creo que la única que reúne todos los requisitos es ésta.
Es Stairway to Heaven de Led Zeppelin, sí. La que no se podía tocar en Wayne's World en la tienda de guitarras. Y para mí una de las mejores de la historia. De mi historia por lo menos. Si os pican la curiosidad mis motivos, os diré que tiene tantas partes distintas, y es laaarga como para no aburrirte (y para los que toquéis algún instrumento... guitarras maravillosas, bajo estupendo, un batería genial y un cantante superdotado, por no hablar de esas atmosferillas como celtas de flautas, jejejeje). Mi otra finalistas era More Than A Feeling de Boston. Pero "el esterwei" me llegó con 16 años y sólo con ella aprendí a tocar la batería sin batería, escuchando e imitando sentado en mi cama como si estuviera tocando. Ah, que tiempos...
Por cierto, ¿sabéis de qué habla la letra? Si es una de esas satánicas me da igual, paso de Satán y en cualquier caso me llena mucho más la música que la letra...
P.D: Los que tenéis blog, seguidme el juego creando una entrada con vuestra elección y dejadla en los comentarios. ;)
martes, 25 de marzo de 2008
Reentré
- Qué pasa colega, ¿qué tal esas vacaciones?
- Pues bien tío, la verdad es que de lujo... -siempre había creído que la primera respuesta no debe ser el ladrillo completo, hay que dejar que el que pregunta te tire de la lengua. Así se distinguía el verdadero interés de la pregunta tópica, y se da una opción elegante al amigo para que cambie de tema o evite detalles innecesarios, divagaciones, circunloquios.
- Pero cuéntame algo, ¿viste muchas procesiones?
Aquello era para su verborrea como el disparo de una pistola para Carl Lewis, agazapado sobre la pista de atletismo. On your marks... Get set... ¡Go!
- Pues la verdad es que muchas muchas no, pero alguna que otra sí que vi.
- Son unos flipados, se ponen histéricos y tal ¿no?
- Bueno, en realidad son bastante silenciosas y bastante respetuosas, como mucho aplauden de vez en cuando. Los lloros son porque llueve y no pueden sacar su paso a la calle, llevan un año o más esperando para eso...
- Ya, eso sí.
- Además... -esto quería decirlo, su opinión de las procesiones había cambiado-. La verdad es que tiene su interés ¿eh? Que salen tropecientos soldados imperiales... estoooo nazarenos delante, durante y detrás del Cristo y la Virgen de tal. Y es la leche, hay algunas que están en la calle doce horas... Y patear descalzo doce horas por Sevilla no es moco de pavo. Como mínimo hay que tener un par de cojones.
- Está claro, pero a mí me parecen unos tarados.
No pudo evitar pensar que esa frase hace 300 años le habría llevado directo a la hoguera.
- Bueno para gustos los colores. De todos modos la ciudad estaba impresionante.
- Zevilla pa lo'h zevillanos, jejejeje -el acento sevillano con ceceo no le conseguiría un Oscar, pero le salió logrado.
- Sí, lo mismo pensaba yo, pero realmente la ciudad es impresionante. Sobre todo con veinte grados para patear, todo limpio como una patena, un ambiente genial... Todo el centro está arreglado, tienen de todo. Miles de sitios de tapas, restaurantes fashion para cuando te cansas de flamenquines... Nos tomamos una copilla en una "hidroterraza" en el Guadalquivir que era una pasada, al sol, meciéndote lentamente cuando pasaba un barco.
- Qué guapo -admito que las líneas del amigo que recibe el ladrillo no son demasiado brillantes. Básicamente podría decir "recibido" o "cambio" o responder con un "beep" como una aplicación informática bancaria. El mensaje, cristalino: sigue.
- Y los cabrones tienen Huelva a menos de una hora, Cádiz a menos de dos...
- ...
- Y luego el Viernes me fui a Campillos, un pueblo justo entre Sevilla y Málaga, en el que básicamente comí estupendamente bien y estupendamente tarde, y luego me dediqué a beber invitado en un bar, rodeado de la chavalería del pueblo, que había puesto el mismo interés en sacar sus mejores galas (con éxito dispar) que en emborracharse antes de las 20 y ver la gran procesión del pueblo.
- Jejejeje qué jefe.
- Y al día siguiente descubrí... -una sonrisilla antes de la broma avisa al interlocutor de que viene un momento cómico en el que puede relajarse. El alivio cómico es fundamental en un ladrillazo que se precie de serlo- Mi absoluto desconocimiento de la geografía española.
- Jeje, ¿por?
- Porque estuve en el embalse de Guadalhorce, y era una zona increíble, para nada lo que tenía asociado con Málaga...
- Claro, no eran Cachuli, la Pantoja, los traficantes de armas de Marbella, etc. ¿no? -al interlocutor se le permiten algunas bromas durante la recepción del ladrillo, aceptamos barco.
- Jajaja no no, para nada. Eran unos minipirineos, todo verde, agua... Incluso unas casas jipis excavadas contra la roca en El Chorro, un rollo muy chulo.
- ¿Y la compañía, bien, no? -señal clara: ve finiquitando colega.
- La compañía, como siempre, maravillosa. Y me enseñó a hacer albóndigas jejeje... el saber no ocupa lugar.
- Qué bueno, te lo has montado bien sí señor.
- Sí, ya sabes lo que siempre digo, una semana es lo mínimo que hay que coger, para que te de tiempo a que se te olvide que estás de vacaciones y creas durante un par de días que vives allí donde has ido...
Para otro momento quedó comentarle mi idea de usar los vídeos de procesiones que grabé con el móvil como buen turistilla, y hacer un montaje añadiendo la Marcha Imperial de la Guerra de las Galaxias para colgarlo en YouTube... Chan-chan-chan... Chaaaaan chacháaaaan.... Chaaaaan chacháaaaan... Va a quedar genial, ya veréis.
lunes, 17 de marzo de 2008
Lunes (con reuniones)
Video arreglado ;)
Os dejo la canción que venía escuchando en el coche esta mañana... Cierra los ojos y visualízate recorriendo carreteras de playa es un descapotable (o en su defecto con las ventanillas bajadas como hacemos los mortales). Os dejo con Chicane, y continúo con repaso a todos los estilos de música que me gustan. El próximo tendrá que ser Metallica jejeje. Es instrumental, y es progresivo. Dejad que se os meta por dentro.... :)
Chicane - Low Sun. El vídeo lo ha hecho algún amateur pero se lo ha currado con la música. Vamos, ignorad el vídeo y dejad la música sonando mientras hacéis otra cosa. ;)
Se me olvidaba... Me voy esta tarde de vacacioneeeeeees una semanita. Así que si no saco otro momento, estas son las últimas palabras en unos cuantos días. Nos leemos a la vuelta.
viernes, 14 de marzo de 2008
Viernes
No sé por qué pero me encanta esta canción desde que salió... Será el ritmazo de la batería... será la letra rarísima... Pero no puedo tener los pies quietos sobre el suelo.
Midnight... It's where the day begins... :)
jueves, 13 de marzo de 2008
Descubrimientos
El mundo está lleno de gente interesante. De pequeños escritores, de jóvenes con talento, de mayores que se resisten a convertirse en Mayores, de adultos que recuerdan su juventud y lejos de reírse de ella luchan con todas sus fuerzas por seguir identificándose con esa época. De gente anónima con muchas cosas que decir y pocos oídos que escuchen sin emitir un juicio...
Hablo de gente que escribe un blog, claro. O de esa gente aún más pequeña y anónima que comenta en los blogs de otros. Llevo una semana descubriendo perlas, frases, párrafos que leo y releo... Inevitablemente te preguntas ¿por qué la mayoría de la gente que tienes alrededor no es así?
Y luego piensas: bueno, a lo mejor sí son así, pero hemos hecho entre todos este mundillo falsete en el que hay cosas que no se hablan, hay abrazos que no se dan, besos que reprimes, frases sinceras que escondes por vergüenza, empatías que no reconoces.
Me chifla Internet. Hace diez años... Bueno, no es que este tipo de cosas fueran imposibles, pero eran complicadas. Ahora un amigo abre un blog, vas a leer, ves sus enlaces, abres un par de ventanas... Y normalmente en cinco minutos sabes si te gusta o no. Con los buenos vas leyendo entrada a entrada hacia atrás en el tiempo. Con los menos buenos, los guardas o memorizas y volverás pronto.
Es curioso la cantidad de gente con la que tienes cosas en común y lo descubres así, de la forma más tonta. Es alucinante ver a otras personas escribir, y escribir bien además, las mismas cosas que tú te has planteado miles de veces. Y también es genial leer algo escrito por alguien que ya conocías y ver algo más de esa persona, por mucho que pensabas que la conocías. Leer algo escrito por alguien es como poner la oreja y que te susurre su secreto.
Dicen que en realidad estamos todos conectados, de una forma así, un poco mágica. ¿Será eso?
Aprovecho para pedir un Premio Nobel, de lo que sea, para Tim Berners-Lee, el inventor de la WWW.
Gracias, Tim. :)
miércoles, 12 de marzo de 2008
Satisfacciones
Hay muchas cosas que causan satisfacción.
No me refiero a satisfacción física, no me refiero tampoco a esa satisfacción que sentimos cuando tenemos razón y se demuestra, y que se parece mucho más a la vanidad, ni tampoco a la satisfacción de pegarte un buen homenaje cuando tenías hambre, por ejemplo.
Me refiero a la satisfacción que se siente a veces por no haber hecho nada, por no haber conseguido nada concreto, esa que simplemente te llega. Como cuando de repente te llega "el buen rollo" y estás sentado en el mismo sitio, haciendo lo mismo que antes, que ayer y que mañana, y estás feliz. Puede ser noticia positiva de trabajo, o personal, o un plan interesante para luego, o leer uno de esos textos que empezamos a leer serios y terminamos con una sonrisa. Puede ser recibir un mensajillo en el móvil cuando no te lo esperas, con una frase cariñosa.
O puede ser la primavera, claro.
Leí en el libro de Punset de El Viaje a la Felicidad que a veces causa mayor satisfacción o felicidad, anticipar "algo" que llevarlo a cabo: planear un viaje más que estar de viaje, esperar nervioso a tu cita más que tenerla delante, ver por el cristal dentro del horno tu obra de arte más que darle el primer mordisco.
¿Que has abierto un segundo blog?
- Chico, lo tuyo es vicio...
Me quedo pensando y la verdad, es que después de casi dos años con el primer blog, ahora es cuando empiezo a verle la gracia de verdad. Quizá ha sido lo que he leído por ahí de que faltan orejas que escuchen, sobran voces que digan cosas... O quizá simplemente es egolatría, vanidad... O un lugar donde escribir, describir, comentar, dejar caer, apuntar, anotar y compartir las cosas que se te pasan por la cabeza.
El caso es que lo he hecho, y quiero que éste sea de buen rollito. A ver si lo conseguimos. ;)