lunes, 30 de junio de 2008

Campeones

Por un día, por unas horas, nos sentimos hermanos unos de otros. Los coches te pitan y automáticamente levantas los brazos y saludas, como si los conocieras, agitas una bandera si la llevas, una toalla en el peor caso. No importa quién va dentro ni se te pasa por la cabeza que te pueda estar pitando por otro motivo. Les contestas como se contesta en estos casos: "Uuuuueeeeee!!!" Te cruzas con otro grupo andando por la calle y te sonríes con ellos, cada uno esperando que el otro diga algo para contestar, para unirse al coro. La gente te parece más guapa, más simpática, menos hortera, más luminosos. No hay nada que criticar, sino cosas que alabar.

El "típico borracho" pasado de edad del bar de siempre, se convierte en un personaje simpático por arte de magia, erigido durante unos segundos en showman a lo Buenafuente mientras la gente le ríe las gracias. La camarera, borde habitualmente, te parece un ángel venido a la Tierra cuando te atiende con la camiseta española puesta. No te importa que se te cuelen, charlas con la gente en la barra, te mandas mensajes con los que no tienes cerca. Invitarías a medio bar si otro te invitase a ti.

Por las calles, la bandera deja de significar lo que digan los políticos que signifique, y se convierte en logotipo de la alegría, en el símbolo secreto pintado a boli en las manos de una pandilla que engloba a todo el mundo que te rodea. Nadie teme que le llamen facha por llevarla, y así la gente se quita los complejos de un plumazo y descubren, por fin, que es mucho más lo que les une que lo que les separa.

El fútbol era la excusa. Lo que a la gente le gusta es ser feliz. A ver si dura.

viernes, 27 de junio de 2008

La Roja

En el primer tanto, el Príncipe quiso alzar a la Princesa hacia el cielo de Viena, pero se contuvo. En el segundo, Letizia cantó el gol antes de que lo marcara Güiza. En el tercero, por fin, se dieron un abrazo de Love Story, mostrando al mundo dos sonrisas como dos rajas de sandía. Así estaba España. Orgullosa. Con el nudo en la garganta y con la lágrima que disimulas hasta que ya no disimulas nada y te pones a llorar desconsoladamente, o a reír, si eres persona de carácter templado.

Había tantas decepciones acumuladas, tantas noches parecidas que terminaban mal, que llegamos a aceptar con resignación que la nuestra era la historia de un desamor. Incapaces de encontrar una respuesta a tanta desgracia, barajamos todas las enfermedades posibles y dijimos que nos faltaba sentimiento de nación, ánimo competitivo y hasta una letra para el himno. Pero sólo nos faltaba ganar. Quitarnos el tapón, el complejo. Y volar.

Estoy por asegurar que ya nada volverá a ser igual. Ni siquiera una improbable derrota en la final puede detener este impulso, esta liberación recién estrenada. Hemos ganado y lo hemos hecho de la mejor manera posible. Del catálogo del fútbol hemos escogido el argumento más hermoso, el libro más polvoriento, el primer tomo, el fútbol bonito. Donde la modernidad recomienda acumular atletas fornidos, nosotros alineamos bajitos geniales. Y donde dice estrategia leemos balón.

Juanma Trueba / AS

(Qué grande, qué bueno ver a la gente por la calle metiéndose en fuentes, pitándonos, todos orgullosos, todos hermanados. Y aprovecho hoy, para declarar al mundo mi admiración por un columnista "deportivo", aprovechando que hoy somos todos más futboleros. A ver si se nos quitan los complejos y nos lanzamos al mundo a gritar que somos españoles, con dos cojones.)

lunes, 23 de junio de 2008

Crónica

Me la jugaron, caí como un chino. Y ahora que lo digo, ¿de qué vendrá esa expresión?

Ahí estaba yo, viernes tarde, inquieto por todos los preparativos que tenía que hacer, para la pequeña fiestecilla cumpleañera. El Sol intentaba evitar por todos los medios que yo me lanzara a la tarea de habilitar terraza y don Viento Ausente colaboraba con la tarea. Seis de la tarde y aquello parecía Marrakech en Agosto.

Total, no hizo falta que yo hiciera mucho, porque me fui a recoger a la mastermind detrás de toda la preparación. Cuando volvía a mi casa pensando lo típico de "la leche en una hora están aquí, y yo con estos pelos, sin la sangría hecha..." me alegré de haber invitado a poca gente, serían comprensivos con el retraso, colaborarían. Mmm, ya han puesto música, que jodíos...

Y me tragué la típica de "SORPREEEESAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!" con gente extraña vestida con ropa extraña. Tras unas décimas de segundo, y tranquilizado el animal que llevamos dentro porque no era situación de peligro, veo a mis amigos e incluso a mi madre vestidos de Hawaianos en mi salón. Qué pintas, qué grandes, jaja.

A mí me pusieron bañador, camiseta con un "Aloha 30" en la espalda maravillosamente tejida por el cerebro de la operación, collar hawaiano, falda hawaina y vaso de tinto de verano.

Gracias a tutti, desde la conspiradora hasta los esbirros que perpetraron el trabajo de campo. :)

Ah y hoy me mola esta canción, y cuando he ido a buscar el vídeo me he enterado que son españoles. Cycle, Apple Tree.


viernes, 20 de junio de 2008

Ultimo día de primavera

Hoy cumplo 30 tacos. Puedo ponerme ñoño y decir aquello tan manido de "cuando era pequeño y me decían 30 me sonaba taaaaaan mayor", o puedo ponerme depre y decir "los 30... me acerco al ecuador de mi vida", o puedo ponerme treinteañero y decir "joe ya vas camino de los 40", o puedo ponerme treinteañero-responsable y decir "ya va siendo hora de sentar la cabeza...".

En lugar de eso, me he puesto aleatorio, he buscado en Google "cumplir los 30" y os pongo lo primero que me ha gustado y que se parece a lo que pienso, de entre los resultados:

En el fondo, no hay nada que hacer. Siempre tendrás dieciocho, porque eres joven sólo una vez, pero inmaduro para siempre. (...) Arranca el coche un día, y no pares hasta que se acabe la gasolina. (...) Tira el equipaje de sobra. El viaje es largo, cargar no te deja mirar hacia delante. Y además jode la espalda. (...) Equivócate. Cambia. Intenta. Falla. Reinvéntate. Manda todo al carajo y empieza de nuevo cada vez que sea necesario. De veras, no pasa nada. Sobre todo si no haces nada.

Bonitas palabras, ¿verdad? Creo que la manera apropiada de celebrar mi cumpleaños en un blog era ésta, que el gúgel me sople las velas y otra persona desconocida escriba lo que yo pienso.

viernes, 13 de junio de 2008

La huída

Lo había repasado todo mentalmente, decenas de veces.

Llevaba consigo todo lo que iba a necesitar, o al menos lo que había calculado que podría necesitar. Había hecho las maletas cuidadosamente, pero no conseguía quitarse la sensación de que se le estaba olvidando algo. Esa sensación le acompañaba en cada viaje siempre, y era producto de la ansiedad, o eso pensaba para relajarse.

No había contado sus planes a muchas personas, por no decir a casi ninguna. Y de los pocos que sabían algo, ninguno sabía totalmente la historia completa. Había sembrado medias verdades y excusas durante semanas en su círculo habitual: por qué no podía ir a esa fiesta, por qué no estaría para el cumpleaños de tal persona, porque no quería comprar aquella entrada para un concierto. Al principio le costó mentir, al final se consideró un maestro en la materia. El éxito dependía de que nadie supiera en qué consistía su plan, esa era la clave.

Su idea, su plan, era simplemente irse de viaje por tiempo indefinido, a destinos al azar escogidos sobre un mapa de su país. Las reglas eran simples. No quedarse más de tres días, no volver dos veces al mismo sitio, no llamar a nadie para informar de su próximo destino o de su ubicación actual. Había pensado otras muchas reglas para hacer más difícil el juego, como tener que ir a un lugar a más de trescientos kilómetros cada pocos días, para asegurarse de que cubría el mayor terreno posible.

Al final se quedó con las tres reglas básicas, porque decidió que tampoco quería estar gran parte de su tiempo pensando si estaba cumpliendo los requisitos o no, si había roto una regla, si podía ir allí o debía ir a otro lugar. Se trataba justo de lo contrario, de guiarse por el azar, de ser aleatorio. Se acordó de uno de sus libros favoritos, El hombre de los dados. ¿Y si lo hacía con un dado? No, no funcionaría: el dado valía para decisiones con pocas alternativas. Las suyas eran infinitas.

Mientras escuchaba el sonido familiar de sus propios pasos camino del coche, y decía mentalmente al garaje que no le iba a ver en una buena temporada, se dio cuenta de repente de que había dejado de sentir pena por la gente que dejaba detrás. "Curioso", dijo casi en voz alta. Abandonar eso que llamamos seres queridos parecía una excusa de su cabeza para que desistiese, una cuerda que le ataba a la vida que estaba deseando dejar. Una vez había decidido que lo haría, la pena desapareció. Ser aleatorio... Ahora le daban pena los que se quedaban atrás. Creía que lo normal era lo que él iba a hacer, y lo raro, vivir atado a un saco de excusas.

Sonrió. No había empezado aún su viaje, pero ya se sentía más libre que en toda su vida. Mientras arrancó el coche, imaginaba las reacciones de la gente. ¿Que no ha venido a trabajar? ¿Sabes algo de él? ¿Cómo que lleva cinco días sin dar noticias de vida?

Tardarían en encontrar la nota, y para cuando la leyeran, él sería otra persona ya. Disfrutó fantaseando con que se estaba transformando en ese mismo momento, mientras encendía tranquilamente su cigarrillo. Una calma imprevista le inundó, confirmando que hacía lo correcto. La música comenzó a sonar dentro del coche, invadiendo cada hueco del espacio y poniendo banda sonora a su hazaña anónima. Metió la primera marcha, y arrancó.

viernes, 6 de junio de 2008

Una de inventos


Entre los muchos inventos que aún están por inventarse, hay varios que se me han ocurrido a mí. Es guay poder ser así de arrogante, a veces.

Uno de ellos es el congelador de momentos. Suena a perogrullada, ¿eh? Espera, verás.

El invento tiene que poder guardar absolutamente todo lo que podemos percibir en un momento dado, almacenarlo de alguna manera que aún tengo que imaginar inventar también, y ser capaz de reproducirlo para nosotros cuando queramos. Pero no para verlo desde fuera, sino para metérnoslo en el cuerpo y revivirlo como presente. ¿Casi nada, eh? Como casi toda teoría, se entiende mejor con un ejemplo.

Imagínate poder congelar y conservar tu sensación física, lo que te pasaba por la cabeza, la temperatura del ambiente, los olores que percibías, lo que estabas tocando y tu grado de satisfacción contigo mismo (¿felicidad?) en ese momento en el que

...sentiste que necesitabas besar a esa persona.
...viste a tu hijo por primera vez.
...te lanzaste a hacer aquello que pensaste que nunca harías.
...

A veces se nos olvida el porqué, el cómo o el de qué forma hicimos esto o aquello. (Comienza música de teletienda, sábado de madrugada). Con el congelador de momentos, eso no ocurriría. No nos arrepentiríamos de algunas cosas del pasado, porque volviendo a recuperar las mismas circunstancias sabríamos que actuaríamos igual en el momento. No se nos olvidaría por qué somos como somos, porque podríamos revivir esos momentos cruciales en los que el paso que das cambia la dirección de tu destino, y saber que tomamos el paso correcto para nosotros, en ese momento.

A lo mejor dejaríamos sin trabajo a muchos psiquiatranueropsicólogos, pero, ya sabes, la revolución industrial hizo lo mismo con los obreros de las fábricas hace 150 años. ;)

miércoles, 4 de junio de 2008

Walk away



En plan karaoke... Una de mis canciones favoritas, desde hace años y años. Util si estás depre, aunque no sea el caso. :)

martes, 3 de junio de 2008

¡Estoy vivo!

Estimado bloguito

Perdona que no te haya hecho caso últimamente, he estado liado. Asumo que estés enfadado conmigo por el abandono inadmisible de mis tareas como dueño. Un blog es como una mascota, lo sé. Hay que cuidarlo, peinarlo, darle de comer, sacarlo por ahí a pasear, enseñárselo a la gente... Te diría eso de no volverá a ocurrir, pero te estaría prometiendo humo, como hacen las personas que prometen mucho.

Te dedicaré un rato largo muy pronto, pero de momento, te dejo un par de reflexiones de las últimas cosas que he hecho, o de las que me acuerdo ahora mismo.

Me he terminado el libro que estaba leyendo y llevo unos cuantos días dándole vueltas. Te lo escribí en el margen izquierdo, era Matadero Cinco de Kurt Vonnegut. Habla de tantas cosas que en realidad el hilo argumental "oficial" es lo de menos. Pero hay una parte que tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial. Y dice por ejemplo, sobre el tren donde estuvo hacinado días con otros prisioneros, algunos de ellos muertos:

"Incluso aunque el tren de Billy no se movía, los vagones se mantenían cerrados a cal y canto. Nadie iba a bajarse hasta llegar al destino final. Para los guardas alemanes que caminaban arriba y abajo en el andén, cada vagón se convirtió en un organismo individual que comía y bebía y excretaba a través de sus ventiladores. Hablaba y a veces gritaba por sus ventiladores también. Entraban agua, rebanadas de pan negro, salchichas y queso, y salían mierda, pis y palabrotas."
Y dice también, en un prefacio surrealista que escribe a su propio editor de la novela, Sam, sobre lo difícil de escribir una novela sobre la destrucción de Dresde:

Y le digo a Sam ahora: "Sam, aquí está el libro". Es tan corto y tan revoltijo y tan discordante, Sam, porque no hay nada inteligente que decir sobre una masacre. Se supone que todo el mundo está muerto, que no van a decir nada o querer nada nunca más. Se supone que todo está muy tranquilo después de una masacre, y siempre lo está, excepto por los pájaros. ¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que hay que decir sobre una masacre, cosas como "¿Pío-pío?"
Y luego habla de la vida, y de viajes a través del tiempo, y de mil cosas más aparentemente inconexas pero tejidas de forma maravillosa en una novela muy peculiar.

Y, pequeño blog, te diré un secreto que me ha dicho Gerardo Diego. Te diré el secreto de la vida:

El secreto de la vida es intercalar
entre palmera y palmera un hijo pródigo
y a la derecha del viento y a la izquierda del loco
conseguir que se filtre una corona real
Levántate cada día a hora distinta
y entre hora y hora
compóntelas para incrustar un ángel.

Nada hay como un suspiro intercalado
y entre suspiro y suspiro
la melodía ininterrumpida

Déjame que te cante
la grieta azul y el intervalo.