martes, 21 de abril de 2009

Doll face



Doll face, de Andrew Huang. Cuidarte por fuera no te sana por dentro. Perseguir los sueños de otros es el camino seguro a la ruptura. Muy al hilo de lo anterior sobre telelavado de cerebro, marcas... Impresionante.

Si os pica la curiosidad, aquí podéis leer una entrevista con el geniecillo responsable del corto.

martes, 14 de abril de 2009

Marca blanca

Hace poco me explicaba una experta piruletera los distintos tipos de super e hipermercados, las estrategias de cada uno, etc. Venía al caso por el fenómeno Mercadona que no deja indeferente a nadie: o te encanta o te apesta. O los cereales Hacendado son una maravilla o es un timo en ocasiones más caro que las "primeras marcas". Según mi experta, Mercadona, debida a la limitación de espacio obligatoria por ser super y no hipermercado, y estar dentro de los núcleos urbanos, decidió poner menos marcas de cada producto para poder ofrecer muchos productos y permitir que compremos prácticamente todo. Y a su vez, ponen su marca blanca que encima está haciendo estragos a las "marcas de colores", para entendernos.

Y el otro día me encuentro con estas campañas en televisión, de Telecinco y Cuatro a favor de las marcas, en general. No anuncian nada concreto, publicitan el valor en sí de comprar productos de marca. Ah, el marquismo, ese debate eterno desde que eres un crío y decides que tus zapatillas tienen que ser Reebok. Os pongo los anuncios, por si no los habéis visto, y prosigo. ;)



Quizá merezca la pena mencionar que la publicidad en televisión ha sufrido un bajón impresionante. Telecinco ha ganado 100 millones de euros menos (cómo echan de menos al calvorota y su F1), y Antena 3 y TVE, unos 40 millones de euros menos en el primer trimestre. Parece lógico que si las marcas blancas ganan terreno, las marcas normales tengan que reducir publicidad. Como la leche Hacendado no se anuncia en televisión, la televisión tiene que intentar mantener sus clientes. Su solución: intentar lavarnos el tarro con que compremos productos de marca, con esos eslóganes tan vistos en política y religión de que "ganamos todos, es por el bien común"... Básicamente vienen a decirte que si compras marcas blancas eres un traidor y un hideputa que diría Cervantes.

En un análisis más riguroso que el mío, leo:

Hay pues esta campaña una perversidad novedosa. En una campaña publicitaria tradicional, el vendedor trata de llegar al consumidor vendiendo las bondades de su mercancía a través de los medios de comunicación. En ésta, sin embargo, hay un intercambio de papeles: los medios pretenden llegar a los vendedores (a las marcas), y la mercancía ofrecida son sus propios oyentes, en el doble papel de televidente/consumidor.

Y de este modo el consumidor queda definitivamente cosificado (transformado en una cosa), algo que es entregado a los vendedores de marcas como un mero objeto.


¿Vosotros que pensáis? A mí particularmente me apesta la campaña. Señores, en tiempos de crisis, jódanse como nos jodemos los demás. Busquen soluciones en lugar de intentar lavar el coco, aún más, de los televidentes.

¿O acaso vemos campañas de "compra una casa cara, mantén los empleos de los obreros"? Me decía ayer uno que se dedica a la publicidad que es demasiado el poder que adquiere la distribución, pero yo digo que a nadie le obligan a ir a Mercadona. El que quiera todas las marcas que vaya a Carrefour, el que quiera todas las marcas y además más caras que vaya a Hipercor, y el que quiera el yogur gigante ese tan rico que vaya a Lidl. ;)

lunes, 13 de abril de 2009

Las guerras del mal humor

Seré sincero. La mala leche se contagia, se extiende como una pandemia, se reproduce a toda costa. El mal genio se pega a nuestra mente como un marciano malévolo de novela de ciencia ficción, y disimuladamente controla o al menos colorea nuestros pensamientos, nuestras frases, nuestros razonamientos.

Volver de vacaciones y encontrarte a las puertas de un Lunes de trabajo es el caldo de cultivo perfecto para un chupabuenrollo de éstos. Sin darte cuenta, la conversación se tuerce, interpretas mal algo, te sientes atacado, te ves ansioso por atacar. Normalmente dirigimos nuestras iras contra los más cercanos o los más indefensos. Cuántas mujeres trabajadoras pagan con sus asistentas la ignorancia de sus maridos o las exigencias de sus jefes. Cuántos frustrados con el mundo dirigen su odio contra sus padres o hijos. Cuántos cabreos de pareja se debían realmente a un mal día de trabajo, y han derivado en una discusión de proporciones cósmicas sobre los pilares del amor... Y tirando del hilo, ¿cuántas guerras se habrán declarado en el pasado por un ataque de almorranas? ¿Cuántas condenas injustas por la inexistente vida sexual de un juez?

Por la de ayer, por la de hoy, y por las que seguro que vendrán, lo siento. En el futuro antes de dejar arder la mecha hasta la dinamita, buscaré qué es lo que la ha encendido. ;)

Ratón de campo, ratón de ciudad

Me encantaba ese cuento o fábula cuando era pequeño, aunque nunca tuve claro con cual me identificaba más. Ahora sé el motivo: si eres ratón de campo crees que eres el de ciudad, y viceversa. Los ratones de ciudad queremos ser de campo, al menos por un tiempo.

¿Qué tal vuestras vacaciones? Yo he estado una semana fuera, hacía mucho que no me iba tanto tiempo. Cuanto más tiempo desconectas más te cuesta volver, está claro. El síndrome de Estocolmo se cura con el tiempo, confirmado, como las penas de amor y la aversión a los tortellini que tan mal te sentaron de pequeño.

Encuentra uno, iba diciendo, un placer simple y liso en cambiar las preocupaciones de un día como ratón de ciudad por las de un roedor rural. A saber: dónde aparcar, enviar ese correo, reclamar esa factura, preparar esa reunión, terminar de programar ese dichoso kiosco táctil que se resiste, contar las horas antes de irte de tu mesa, gestionar las diez cosas que tienes que hacer de la forma más eficiente... Cambiarlas, decía, por la elección de una paella mixta o de verduras, por decidir si meter el pie o no en el mar frío, por dedicar tu atención a descubrir una concha entera, por elegir qué película tostar para ver esa tarde, por desayunarte o no otra tostada más que total no hay prisa, por escoger el restaurante dónde comer de entre las pocas y atractivas posibilidades... Se disfruta del encefalograma plano, hemos descubierto el truco budista. Ommmmm...

He sido como Lester Burnham de American Beauty, cuando decía "quiero un trabajo con el mínimo posible de responsabilidad" antes de entrar en el sucedáneo de Burger King tras dejar su empleo en una megaempresa. No he hecho pesas fumando marihuana como él, pero si llego a tener las pesas... Oye, a cambio he montado en bicicleta después de no sé cuantos años. ¿En qué momento perdió mi nalga la tolerancia al sillín de goma? ¿Y cómo coño hacía esos caballitos para subir escalones? Prodigios infantiles, supongo.

En fin, back to life, back to reality. No me gusta que mi blog se convierta en el diario de un oficinista de urbe, pero tengo que decirlo... al menos en Mayo tenemos dos puentes muy santos. Quedémonos con eso, ¿no?