miércoles, 30 de septiembre de 2009

Mantra

Hace un año y medio escribí aquí una deliciosamente demagógica y presuntuosísima (¿existe esa palabra?) carta abierta a los directores de informativos. Si fuera un chico algo más comprometido la podría haber mandado a algún periódico, a algún foro. El sello de alguna organización con siglas y logotipo hubiera ayudado. Es una pena que tenga alergia congénita a los ismos y a las ideas resumidas en una lista, porque con todas las cosas de las que me quejo podría haber fundado un montón de asociaciones, grupos, lobbies de presión... Asociación Española de Apestados por la Tele (AEAT), Fundación Lapsiana por la Bofetada a Jorge Javier (FLBJJ), Frente de Liberación Nacional Belén Esteban (FLNBE, para librarnos nosotros de ella claro, no para liberarla a ella de nadie), Grupo de Presión para la Enseñanza del Moonwalk en los colegios (esa siglas ya me superan). La lista es variopinta y se presenta como un juego interesante con unas copillas de por medio... Yo dejo caer el guante, que lo de las películas, el duro o el kinito está un poco sobado ya.

Viene este tema remotamente a colación porque la segunda versión de mi carta debería ser llamada directamente "No nos empujen al suicidio". Se levanta uno con sus legañas, su leve dolor de cabeza proporcionado por un vinillo mal asimilado, su café pasado de vueltas en el micro y sus naturales cero ganas de ir a trabajar, pone la televisión entre las 7:30 y las 9, y... O aplanas tu encefalograma y te evades con los Lunis, o te pones digno y maduro y te encabronas con las noticias. Alguno habrá que intente probar suerte llamando para resolver un acertijo en pantalla fatalmente explicado por un individuo hipertrofiado y espasmódico, yo es que a esas horas no estoy para hablar con nadie y menos para resolver una sopa de 4x4 letras.

En serio, casi consiguen su propósito: he ido andando al coche pensando en que como clase media voy a soportar el peso del mundo, en que no tendré trabajo, no podré cambiar el coche y tendré que montar un huerto ecológico, en que jamás tendré una hija por no recogerla de una zanja, y que a lo mejor debería vacunarme contra una gripe mucho más floja que la gripe normal que nunca cojo. He visto un niño rubio y casi le digo que hubiera hecho mejor no viniendo al mundo.

Moraleja: quédate veinte minutos más en la cama o desayuna de pie en la cocina. Mucho mejor estímulo mañanero.

:)

viernes, 26 de junio de 2009

Bye Michael

Por todas las veces que he cantado tus canciones desde que era niño, por todos los videos musicales que anunciaban en el telediario y que veía medio país como si fuera un discurso del rey, por hacerme imitar el dichoso moonwalk en calcetines por el salón y por escribir Billie Jean, descansa en paz, crack. Y me refiero al músico que eras.

jueves, 18 de junio de 2009

Matthew Fox en el Hormiguero

Resultado: ya no aguanto a Pablo Motos.

Ya sé que es un tema de baja estofa para volver a escribir en el blog, pero tengo que decirlo. Anoche vi el Hormiguero, ese programa de gritos y aplausos por todo que ponen en Cuatro y que capitanea el antiguo "soy feo pobre de mí" y nuevo "estoy cuadrado y soy un superhéroe" Pablo Motos, ex No Somos Nadie, M80. Bien.

Ayer lo vi porque traían a Matthew Fox, infinitamente más conocido como "Jack de Perdidos", y en mi casa más conocido como "el coñazo de Jack". Le hemos cogido manía al sabelotodo enterado de Jackie, qué le vamos a hacer. El caso es que oí el anuncio y me decidí a ver el programa.

Y bueno, podían haber invitado a Concha Velasco, la Veneno, Sor Citröen o un jarrón chino y el resultado habría sido el mismo. ¿Por qué? Muy sencillo: porque desde hace algún tiempo el Hormiguero se ha convertido en un programa de lucimiento pablesco, alias también Mr. Men's Health.

La entrevista propiamente dicha duró aproxidamente 3 minutos, con preguntas tan originales como "¿es verdad que Hawaii es un sitio donde sólo hay tías desnudas con cocos en las tetas, collares de flores y dicen todo el rato 'Aloha'?"... Los dos muñecos esos trancabarranquianos hicieron su aparición habitual para hablar a destiempo, supongo que creando el caos para la traducción simultánea, hacer un test estúpido y provinciano del tipo "vamos a hacer que Jack de perdidos hable como un gaditano" (¿?¿?¿?¿?) y poco más.

El resto del programa fue una sucesión jaculatoria de Mr. Motos, que se olvidó de que tenía a uno de los actores de la serie del momento delante suyo para enseñarle un muñeco de dinosaurio, dos coches con hormigas gigantes en la calle, a Flippy (alias a-veces-me-paso-con-la-coca) pegarse a un caballete con cinta aislante, y por supuesto a sí mismo, descender con un arnés sujetado a una barra con cinta aislante. Matthew Fox mientras tenía que mirar, aplaudir, y decir "qué bueno, muy bien". Ah se me olvidaba el calvo haciendo un truco estúpido con un puzzle y vacilando al sudoroso Matt poniéndose y quitándose peluquines, etc.

El final del programa, con Matthew ya a salvo del ego de Pablo, nos trajo a Raquel discutiendo con Pablo sobre mujeres y hombres en una serie infinita de chistes y bromas machistas y feministas más vistas que el tebeo. Cero original, y más tiempo de conversación que todo el programa con el invitado. Surrealista.

Cierto es que Matt podía haber sido un poco más alegre, dar más juego, etc... Pero me pongo en su piel y habría hecho lo mismo. Aquello no fue una entrevista, fue un "soy Pablo Motos estoy cachas y a mi programa traigo a Matthew Fox, aunque no sé muy bien para qué". Hace tiempo veía por el Digital el programa nocturno de Jay Leno en USA en el que invitaba a actores de Hollywood por ejemplo, con el único atrezzo de un sofá y una conversación. Y se disfrutaba mucho más. Algo parecido a lo que hace ahora Buenafuente.

Claro que para conseguir eso, lo de Jay Leno, hace falta que el presentador se prepare la entrevista, sea gracioso sin guión y deje que la conversación fluya. No que intente lucirse a toda costa "contra" los invitados.

Si no lo visteis, click en el Play aquí abajo. :)


martes, 21 de abril de 2009

Doll face



Doll face, de Andrew Huang. Cuidarte por fuera no te sana por dentro. Perseguir los sueños de otros es el camino seguro a la ruptura. Muy al hilo de lo anterior sobre telelavado de cerebro, marcas... Impresionante.

Si os pica la curiosidad, aquí podéis leer una entrevista con el geniecillo responsable del corto.

martes, 14 de abril de 2009

Marca blanca

Hace poco me explicaba una experta piruletera los distintos tipos de super e hipermercados, las estrategias de cada uno, etc. Venía al caso por el fenómeno Mercadona que no deja indeferente a nadie: o te encanta o te apesta. O los cereales Hacendado son una maravilla o es un timo en ocasiones más caro que las "primeras marcas". Según mi experta, Mercadona, debida a la limitación de espacio obligatoria por ser super y no hipermercado, y estar dentro de los núcleos urbanos, decidió poner menos marcas de cada producto para poder ofrecer muchos productos y permitir que compremos prácticamente todo. Y a su vez, ponen su marca blanca que encima está haciendo estragos a las "marcas de colores", para entendernos.

Y el otro día me encuentro con estas campañas en televisión, de Telecinco y Cuatro a favor de las marcas, en general. No anuncian nada concreto, publicitan el valor en sí de comprar productos de marca. Ah, el marquismo, ese debate eterno desde que eres un crío y decides que tus zapatillas tienen que ser Reebok. Os pongo los anuncios, por si no los habéis visto, y prosigo. ;)



Quizá merezca la pena mencionar que la publicidad en televisión ha sufrido un bajón impresionante. Telecinco ha ganado 100 millones de euros menos (cómo echan de menos al calvorota y su F1), y Antena 3 y TVE, unos 40 millones de euros menos en el primer trimestre. Parece lógico que si las marcas blancas ganan terreno, las marcas normales tengan que reducir publicidad. Como la leche Hacendado no se anuncia en televisión, la televisión tiene que intentar mantener sus clientes. Su solución: intentar lavarnos el tarro con que compremos productos de marca, con esos eslóganes tan vistos en política y religión de que "ganamos todos, es por el bien común"... Básicamente vienen a decirte que si compras marcas blancas eres un traidor y un hideputa que diría Cervantes.

En un análisis más riguroso que el mío, leo:

Hay pues esta campaña una perversidad novedosa. En una campaña publicitaria tradicional, el vendedor trata de llegar al consumidor vendiendo las bondades de su mercancía a través de los medios de comunicación. En ésta, sin embargo, hay un intercambio de papeles: los medios pretenden llegar a los vendedores (a las marcas), y la mercancía ofrecida son sus propios oyentes, en el doble papel de televidente/consumidor.

Y de este modo el consumidor queda definitivamente cosificado (transformado en una cosa), algo que es entregado a los vendedores de marcas como un mero objeto.


¿Vosotros que pensáis? A mí particularmente me apesta la campaña. Señores, en tiempos de crisis, jódanse como nos jodemos los demás. Busquen soluciones en lugar de intentar lavar el coco, aún más, de los televidentes.

¿O acaso vemos campañas de "compra una casa cara, mantén los empleos de los obreros"? Me decía ayer uno que se dedica a la publicidad que es demasiado el poder que adquiere la distribución, pero yo digo que a nadie le obligan a ir a Mercadona. El que quiera todas las marcas que vaya a Carrefour, el que quiera todas las marcas y además más caras que vaya a Hipercor, y el que quiera el yogur gigante ese tan rico que vaya a Lidl. ;)

lunes, 13 de abril de 2009

Las guerras del mal humor

Seré sincero. La mala leche se contagia, se extiende como una pandemia, se reproduce a toda costa. El mal genio se pega a nuestra mente como un marciano malévolo de novela de ciencia ficción, y disimuladamente controla o al menos colorea nuestros pensamientos, nuestras frases, nuestros razonamientos.

Volver de vacaciones y encontrarte a las puertas de un Lunes de trabajo es el caldo de cultivo perfecto para un chupabuenrollo de éstos. Sin darte cuenta, la conversación se tuerce, interpretas mal algo, te sientes atacado, te ves ansioso por atacar. Normalmente dirigimos nuestras iras contra los más cercanos o los más indefensos. Cuántas mujeres trabajadoras pagan con sus asistentas la ignorancia de sus maridos o las exigencias de sus jefes. Cuántos frustrados con el mundo dirigen su odio contra sus padres o hijos. Cuántos cabreos de pareja se debían realmente a un mal día de trabajo, y han derivado en una discusión de proporciones cósmicas sobre los pilares del amor... Y tirando del hilo, ¿cuántas guerras se habrán declarado en el pasado por un ataque de almorranas? ¿Cuántas condenas injustas por la inexistente vida sexual de un juez?

Por la de ayer, por la de hoy, y por las que seguro que vendrán, lo siento. En el futuro antes de dejar arder la mecha hasta la dinamita, buscaré qué es lo que la ha encendido. ;)

Ratón de campo, ratón de ciudad

Me encantaba ese cuento o fábula cuando era pequeño, aunque nunca tuve claro con cual me identificaba más. Ahora sé el motivo: si eres ratón de campo crees que eres el de ciudad, y viceversa. Los ratones de ciudad queremos ser de campo, al menos por un tiempo.

¿Qué tal vuestras vacaciones? Yo he estado una semana fuera, hacía mucho que no me iba tanto tiempo. Cuanto más tiempo desconectas más te cuesta volver, está claro. El síndrome de Estocolmo se cura con el tiempo, confirmado, como las penas de amor y la aversión a los tortellini que tan mal te sentaron de pequeño.

Encuentra uno, iba diciendo, un placer simple y liso en cambiar las preocupaciones de un día como ratón de ciudad por las de un roedor rural. A saber: dónde aparcar, enviar ese correo, reclamar esa factura, preparar esa reunión, terminar de programar ese dichoso kiosco táctil que se resiste, contar las horas antes de irte de tu mesa, gestionar las diez cosas que tienes que hacer de la forma más eficiente... Cambiarlas, decía, por la elección de una paella mixta o de verduras, por decidir si meter el pie o no en el mar frío, por dedicar tu atención a descubrir una concha entera, por elegir qué película tostar para ver esa tarde, por desayunarte o no otra tostada más que total no hay prisa, por escoger el restaurante dónde comer de entre las pocas y atractivas posibilidades... Se disfruta del encefalograma plano, hemos descubierto el truco budista. Ommmmm...

He sido como Lester Burnham de American Beauty, cuando decía "quiero un trabajo con el mínimo posible de responsabilidad" antes de entrar en el sucedáneo de Burger King tras dejar su empleo en una megaempresa. No he hecho pesas fumando marihuana como él, pero si llego a tener las pesas... Oye, a cambio he montado en bicicleta después de no sé cuantos años. ¿En qué momento perdió mi nalga la tolerancia al sillín de goma? ¿Y cómo coño hacía esos caballitos para subir escalones? Prodigios infantiles, supongo.

En fin, back to life, back to reality. No me gusta que mi blog se convierta en el diario de un oficinista de urbe, pero tengo que decirlo... al menos en Mayo tenemos dos puentes muy santos. Quedémonos con eso, ¿no?

lunes, 23 de febrero de 2009

Un viaje y dos reflexiones

El viaje. La semana pasada estuve en Bélgica. Ahora que no me oyen los belgas, puedo decir que estuve en Flandes, y así homenajeo y rememoro esos tiempos en los que nuestro país iba a los Países Bajos, valga la redundancia, y acuchillaba incendiaba y aterrorizaba a pueblos enteros. Estoy convencido de que si voy con un traje de época del Duque de Alba o de tercio hispánico, los belgas se cagarían encima sin saber muy bien por qué. Hay miedos que se atan a los genes y se perpetúan con la especie, como el de un ratón a un gato pasota o el de una mujer sola en casa a una cucaracha curiosa. Parafraseando a la chica, "la liamos parda" allí en su día, sí.

Fui a un curso como alumno, un training impartido por un inglés y una inglesa. Ellos, muy atentos, recondujeron y sometieron su acento diario para hablar en un inglés algo más estándar durante el curso. Durante la cena, el hombre en camisa educado del curso se medio transformó en un hooligan de Liverpool más orgulloso de ser inglés que el mismísimo Charles. Curiosos los ingleses, cómo cambiaba su acento. Y cómo debió cambiar también el mío, acompañándole con el vino como alumno aplicado. Buena gente el tal Ken. Y un francés me preguntó "¿por qué España gana en todos los deportes?" y me hizo sentir orgullosete. Me puse en su lugar, y claro sólo ven españoles que ganan su torneo de tenis año tras año, españoles que ganan su Tour de Francia, españoles que conducen su coche de Fórmula 1 y españoles que ganan la Eurocopa de fútbol. Le contesté educadamente que porque llevábamos cincuenta años sin ganar nada y ya nos tocaba. :)

La anécdota del viaje, que intentaré resumir sin conseguirlo, fue que tras la cena y las obligadas cervezas (Delirium Tremens, pero ni delirium ni gaitas) por el centro de Bruselas, nos repartimos en coches para volver al hotel, que estaba a las afueras. Yo me subí con un holandés y un medio francés en el Audio A3 de otro francés (qué rima más horrible). Seguíamos un Mercedes con dos franceses más y un GPS. Me relajé en mi asiento y soñé lúcido con mi cama, tras haberme levantado a las 5 de la mañana. Juro que estas rimas de mierda son casuales.

Total que un momento dado la calle que seguíamos trazó un rodeo, un giro a la derecha, lo que aquí llamamos "una raqueta", y el Mercedes con GPS no lo hizo y nuestro coche por copiota, tampoco. Y nos metimos en una zona de calle sin asfalto (es decir, como 15 cms más baja) pero con las vías del tranvía intactas. Ni que decir tiene que el golpe y posterior ruido bajo el coche, como si un león mecánico estuviera afilándose las uñas con el A3, fue de aúpa. Mira que le dijimos "oye nos bajamos del coche, nos bajamos del coche, que pesamos mucho..." pero el francés con nombre árabe impronunciable dijo que no, que si había pasado el Mercedes él no iba a ser menos.

Y pasó, pero se dejó algo en aquel agujero porque su coche sonaba raro. Perdimos al del GPS sin batería, y cansados de dar vueltas paramos el coche para comprobar que tenía incontinencia de aceite. Básicamente se le había roto lo que fuera e iba chorreando aceite negro. A las doce de la noche. Perdidos por Bruselas. Yo me lié un piti y aprendí un par de tacos en francés, pensando que yo me habría cabreado mil veces más. Habría invocado al Duque de Alba y me habría cagado virtualmente en toda la región y parte de Francia y Holanda por lo menos.

Tuvimos que dejar el coche en un parking cercano con la única guía de un cartel cutre que decía "Hotel Goesset, pallá". El pallá era una flecha, que indicaba hacia dónde pero no por cuánto. A 1 grado bajo cero y escuchando el traqueteo del trolly del francés accidentado mientras pasábamos por unas calles despobladas con camiones aparcados a los lados, nos preparamos todos para una larga caminata... hasta que vi a lo lejos el cartel del hotelito y estallamos de júbilo contenido. Nunca un español un holandés un francés y un marroquí/francés estuvieron tan en sintonía en la historia de Europa. Seguro.

Mi viaje terminó con un cartel que decía "KISS AND DRIVE" en la terminal de salidas del aeropuerto de Bruselas, justo antes de la zona donde se bajan los pasajeros. Deberían ponerlo en Barajas, en lugar de tener a un pobre policía recorriendo 100 metros arriba y abajo amenazando con su libreta de multas. "Achuchón y tira", o "Besito y palante", o directamente "NO OS MOLÉIS CON LAS DESPEDIDAS". El que pensase lo de Kiss and Drive tiene mi anónima admiración. ¿No sería guay que un familiar suyo de Erasmus en España leyese este blog y se lo dijera? :)

Primera reflexión. Tras pasar dos días con personas de Francia, Holanda, Bélgica, Marruecos e Inglaterra, y compartir training, comidas, charla casual, historias de trabajo y conversaciones sobre deportes, he llegado a una conclusión. En el mundo hay dos bandos. El bando de los que crean y el bando de los que destruyen. Los que ven sobre todo el reto en cada dificultad y los que ven todo dificultades en cada reto. Los que gastan sus energías en quejarse antes de intentarlo, tan apegados a su ego que no pueden aceptar no tener razón, frente a los que saben que se resolverá, aunque aún no sepan cómo. Esa es la única diferencia entre las personas. El ejército de la noche y el ejército del día. Y de esa guerra global derivan las pequeñas escaramuzas que tenemos en el trabajo, en la cola del pan, en el coche, en el día a día. No puedo explicarlo mejor que esto, excuse moi.

Segunda (y menor) reflexión. El domingo se ha convertido, debido a la pereza y la desgana imperantes durante los otros seis días de la semana, en mi día de labores domésticas, por lo general retrasadas. Ayer tuve una reflexión interesante tras guardar toda la ropa que había huído del armario, limpiar el escritorio, la pantalla, los altavoces, el teclado, el teclado (de música), guardar la guitarra, tirar papeles, pases, tickets y cientos de mini hebras de tabaco. Y se resume en:

- ¿Cómo sabes que eres una persona desordenada?
- Porque el día que te da por ordenar, recoger y/o limpiar te quedas como si hubieses asistido a Yoga, Tai Chi, meditación trascendental y fumadero en Jamaica.

En serio, sabes que eres desordenado porque ordenar te deja sedado y relajado. Y seguro que si lo hiciera muy a menudo se perdería el efecto. La magia de las primeras veces, supongo.