jueves, 27 de noviembre de 2008

Bueling

O casi mejor sonaría "Burring". o "Estrujing".

Ayer volé con vueling, me aburrí con abuerring y llegué a mi casa con dolor de espalda con... Dolorespaldueling es demasiado ya, ¿no? :)

En serio chico, ¿no podían quitar 3 o 4 filas y repartir el espacio entre las demás? Si total, siempre quedan sitios libres... Menos mal que mi vuelo era un BCN-MAD (ahora me las doy de coordinador de vuelo jaja) y estar encerrado más de hora y media con las rótulas sujetando el asiento de delante es todavía una molestia que puedo aguantar sin farfullar quejas por lo bajo, como haría un vejete franquista que pasase por delante de unos yeyés de mierda haciendo botellón.

A lo mejor cuando dicen "la séguridad en vuelíng es cosa de todos... le rogamós que presten su átencion a las explicaciones..." (hablan raro, como la gente de los telediarios, acentúa donde he puesto y verás que bien te queda), se refieren a que yo me encargo de la seguridad del que tengo delante. En caso de accidente, a él no le puede pasar nada porque su asiento completo lo sujeto yo entre mis piernas. Al de al lado, en caso de salir despedido, le sirvo de amortiguador. Y el pasillo siempre estará libre porque es imposible que logre saltar a las sardinas de mi derecha para alcanzar la libertad. Y aun si lo consiguiera, me enfrentaría en la final a los mejores sardinas de las demás filas para llegar hasta la puerta... Mejor ni pensarlo vamos.

Antiguamente, todas las penurias eran pocas porque te daban comida, o un zumito, o un snack (léase diez unidades de kikos, panchitos o almendras), o al menos una caída de pestañas y una sonrisa profiden de la aeromoza. Ahora ya ni eso. Dentro de poco las azafatas tendrán palos de caña larga como los pastores, y nos darán en el trasero cuando reciban al rebaño a la entrada del avión. ¡Bueeeeeee-eeee-eee-ling!

Para compensar, nos tocó una azafata novatísima a la que se le escapaba la risa cuando hacía la coreografía con el chaleco salvavidas... deberían hacerlo siempre, le pusimos más atención que nunca, decenas de personas pensando "ahora, ahora se va a descojonar... se le cae el chaleco... no irá a inflarlo de verdad..." :)

lunes, 24 de noviembre de 2008

Instantáneas de un fin de semana

Uno. Observa a cada persona que pasa, sin excepción. Apoltronado en su butaca 12C, con los auriculares en las orejas y la vista perdida en la tele del tren, mira la película pero es incapaz de concentrarse en ella y, probablemente por eso, tampoco pueda disfrutarla. Si el sujeto que recorre el pasillo es hombre, le mira y en su cara se adivina la comparación consigo mismo. A los gordos les dedica un vistazo, a los que tienen tipazo les recorre el cuerpo con gesto hosco. Si es mujer, por supuesto, un repaso visual completo. Si está buena, se queda pendiente de cuándo vuelve del baño o la cafetería. Si no le resulta atractiva, parece insultarle con los ojos. El mundo constantemente juzgado, la clasificación de las personas en mejores y peores que yo. No tiene rayos X, sólo percibe los cascarones.

Espero no ser así nunca.

Dos. Todo el bullicio del Parque del Alamillo a su alrededor es inexistente para ella, aunque sea un domingo soleado y cientos de personas hayan decidido ir a pasar el día al mismo césped. Una pompa de jabón invisible y gigante la envuelve a ella, protegiéndola, y con ella a su bebé, un minúsculo paquetito envuelto en ropa azul que solo veo de espaldas y que es poco más grande que un gato mediano. Para ella no hay balones voladores que la acechen, ni avispas que le canten al oído, ni rayos molestos de sol en su retina, ni hormigas trepando por debajo del escudo hacia sus pantalones. La vista clavada en su bebé minutos y minutos. Una mirada de paz. Alguna nana telepática, estoy convencido. Ella protegía a su bebé y yo, inconscientemente, la protegía a ella.

Espero mirar así algún día, y espero que ese bebé recuerde que lo miraban así.

Tres. Cada cuatro años aproximadamente me asalta el antojo de tomarme un batido. Busco una heladería o cafetería donde los hagan caseros y pago encantado entre tres y cinco euros por una dosis de vainilla líquida. Mientras nosotros tragamos vainilla y plátano, aparece ella. Una diadema de plástico blanco, con lucecitas de colores intermitentes, le da un toque de color a su pelo lacio negro. Un sable supuestamente láser, que reta e incluso supera a la diadema en colores y patrones y probablemente emita sonidos pende de una de sus manos pequeñas. Decenas de objetos más en la otra mano, en un revoltijo de llaveros, juguetitos y demás artilugios molestos que se presta a desparramar delante de sus clientes. Con sus ojos orientales rasgados, se acerca a las mesas donde tomamos el batido y va mirando a la gente. Y no dice nada. Solo nos recorre con la mirada. ¿Qué va a decir? ¿"Hola, parezco retrasada pero estoy vendiendo?" Me pregunto si se reirá cuando se ve así vestida recorriendo un país extraño. Si se reiría el primer día, si alguien le dijo "pareces un extraterrestre, ¿vas a salir así?" Lectura pesimista: no tiene más remedio que hacer eso para satisfacer una deuda tenebrosa con una mafia cruel. Arrastra los pies en jornadas interminables con ventas contadas con los dedos de la mano del sable. Lectura optimista: es china, su sentido del ridículo es totalmente diferente al nuestro. No le da vergüenza y por eso, hace demostraciones a sus clientes que rayan la actuación de un payaso profesional. Es el opuesto al mirón del tren. Lo que piense la gente de mí es irrelevante, lo que piense yo de ellos también.

Si me hubiera pillado hace veinte años le hubiera comprado el arsenal completo. Si tengo que elegir, prefiero vender antenas de ET un domingo por la tarde antes que ser un insatisfecho trajeado en un tren, temiendo ver a alguien mejor que yo. Mejor según yo, claro.

Posdata. Me gustan las margaritas. No las del campo, que también, sino las que bebes esperando unos tacos sepultados en queso fundido. Y contigo más.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Relax: not too late

Siempre me funciona, si estoy agitado en el curro o agobiado, pongo música lenta. La escucho completamente, pierdo cuatro minutos y gano calma para las siguientes dos horas. La canción Not too late de Norah Jones no tiene vídeo pero he encontrado este montaje hecho con películas clásicas que le pega maravillosamente. Os dejo con Norah. ;)



Menuda voz ¿eh? Como una diosa que te arrulla en su abrazo. ¡Que me echen lo que quieran ahora!

lunes, 10 de noviembre de 2008

El Papa y Miguel Angel

¿Quién dice que un encargo papal no tiene los mismos problemas que cualquier obra por encargo? Los artistas siempre tienen que sacar su vena...



Geniales Monty Python. Inglés subtitulado al español... a mí me hicieron doblarme de la risa ayer domingo por la tarde, espero que os anime entre semana también.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Obama impaciente

He descubierto una cosa que es un vicio...



¿Prefieres pantalla completa? :)

lunes, 3 de noviembre de 2008

Gratinado

He tenido un sueño peculiar.

He soñado que durante un fin de semana me convertía en un plato preparado congelado. Así, como suena. Salía un Viernes de Madrid con lluvia y escasos grados despidiéndome, mantenía la cadena de frío en un camión amarillo con el techo a cuadros a lo largo de Castilla-La Mancha, llegaba a Sierra Gratinada, donde me recibían Doña Nieve y Don Fríoquepela, y el mundo que me rodeaba era también comida congelada.

Y debíamos ser, yo y el entorno, lasaña, canelones, o algo por el estilo, porque el domingo cuando salió el sol y encendieron el horno para cocinarnos, estábamos todos gratinados, con una espesa capa de bechamel y queso blanco lista para dorarse en el horno.

Me ha gustado compartir paseos, confidencias y chistes con los cubitos de hielo que esperan al sábado para salir de fiesta, los trescientos gramos de carne picada que todo congelador incluye de serie, las pizzas plastificadas y los tupperware olvidados meses atrás con algún manjar criogenizado a lo Walt Disney bajo su tapita hermética.

Adjunto foto perpetrada imaginariamente por una piruleta y extraída de mi subconsciente con terapia de grill. En lo sucesivo, podéis llamarme Mister Findus. No, no, Mister Flamenquín no es una opción. ;)