domingo, 10 de agosto de 2008

Domingos de nada

Algún día alguien hará una estadística de la cantidad de minutos que perdemos de nuestra vida los domingos, y probablemente se lleve un premio a la constancia. Como suelen decir, hasta el Creador descansó el domingo después de liar la mundial con el caldo primigenio del planeta, por lo que es lógico que habiendo sido creados a su imagen y semejanza con el añadido de nuestra natural tendencia a la exageración, convirtamos muchos domingos en días de nada. Día de descanso se nos quedó pequeño, supongo.

Debe ser lo de que al día siguiente se trabaja, se estudia, o se va al colegio incluso: recuerdo domingos de nada desde edad temprana. La masa negra que vislumbras para el día siguiente te deja el día actual turbio, como una amenaza de tormenta en el cielo que te hace dudar de una tarde de playa. Y así nos tiramos el día entero como empanados y aletargados, con pereza extra y desgana turbo.

También dicen aquello de días de mucho, vísperas de nada. Excesos de diversión y trasnoche del sábado podrían justificar un domingo de constantes vitales mínimas, un domingo de mamut semicongelado. Algunos gruñidos, alimentación básica, y dormir mucho. Si tuviésemos cola hasta espantaríamos las moscas que nos molestasen. Y si nuestros hermanos pequeños tuvieran agua con colorantes hechos de dios-sabe-qué nos inmortalizarían en las paredes del pasillo-cueva al estilo de la escuela rupestre y jurásica. Mamut dominguero acechado por cazadores.

Pero ¿y los domingos en los que estás descansado, aburrido por no hacer nada y vago para hacer cualquier cosa? ¿Qué fue del pedete con un par de minis de los domingos, para comentar las mejores jugadas del sábado?

Domingo de peli mediocre, acostarse pronto, o acostarse tarde para levantarte (encima) jodido el lunes. De peli en parejita, de multicines, de restos del fin de semana para cenar. ¿De recogimiento? Domingos de nada.


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Escrito escuchando: Cinematic Orchestra - Breathe

Actualización 00:10. Para quitarme la razón, por supuesto nada mejor que dos amigos que te sacan a cenar justo cuando terminas de escribir tu alegato del aburrimiento. Cosas que pasan. Domingo de cenita y sangría. ;)

5 comentarios:

Mara Islandia dijo...

Los domingos son días aciagos, los odio. Para mí suelen ser post-resaca, así que he de agradecerles esa "cuarentena" que me permiten, pero si no fuera por eso, amaría tanto los lunes...

Puedes aprovecharlos para ir a misa.

Creo que nos gustan tan poco los domingos por la sensación de que todo el mundo está en letargo. Cuando uno descansa pero ve que el resto del mundo sigue funcionando te sientes bien porque la creación está trabajando para ti xDDD pero cuando está todo el mundo descansando (o la mayoría), jode. Ir al cine es una buena opción, si la cartelera y la resaca son favorables.


muaaaaaaaaaa

L o L i T a dijo...

Pues yo estoy desarrollando una nueva teoría. Antes les tenia un poco de tirria, pero últimamente me caen mejor...y más ahora q tampoco los lunes son tan tan duritos. Es el día comodín, cuentas con que no haras nada de provecho pero está ahí y a veces te sorprende...¿Nunca te has pillado viendo una horripilante peli basada en hechos reales de T5 sin querer? Ja,ja... Que peligro!!!


Un beso anti-domingos aburridos! :D

Mara Islandia dijo...

Digo yo que actualizar es una opción...

Ramón de Mielina dijo...

A mí me gustan los domingos de invierno. Son melancólicos. Me gustan especialmente los domingos lluviosos. Claro que para afrontar un domingo lluvioso, además de melancólico, también hay que sentirse con fuerza.

Debster dijo...

A mi antes los domingos me deprimian, ahora menos...quizá porque también trabajo o quizá porque te los tomas de otra manera, son mas tranquilos, puedes hacer cualquier cosa, deporte, quedar con amigos o setear en casa.
Me gustan los domingos en los que no llueve, que llueva entre semana no en dias libres.