viernes, 11 de julio de 2008

Jazz

Anoche. En el Conde Duque, antiguo cuartel del ejército reconvertido a espacio cultural. Concierto al aire libre en pleno centro de Madrid. Return to Forever, un grupo de hace treinta años de jazz fusión o jazz rock, o como quieras llamarlo. Lo de poner categorías en jazz es complicado. Tocan música instrumental, con batería, bajo eléctrico o contrabajo, guitarra(s), piano, teclados.

Era un grupo de genios básicamente. Un tal Al Di Meola, un tal Stanley Clarke, un tal Lenny White y un tal Chick Corea. Leyendas vivas del jazz que no se habían juntado desde hace 25 años. Sé que suena a friqui como el babysitter de la peli Jerry Maguire pero es que es así.

Escuchar jazz, y sobre todo verlo en vivo, es totalmente diferente a asistir a cualquier otro concierto. Cuando vas a un concierto de pop/rock/hip-hop/funk/cosas que cantan, vas a bailotear, a escuchar y cantar canciones que ya conoces, porque te hace ilusión ver en directo y oír en directo los temas que te sabes de memoria. Y sorprenderte con algún otro, está claro. Los conciertos se planean y ensayan hasta la saciedad, y salvo en los solos de algún instrumento, en general todo está arreglado y planificado.

En jazz no. En jazz saben lo que van a tocar, y evidentemente lo tienen ensayado, y los temas tienen estructura y partes definidas, pero a partir de ahí lo que ocurra depende de la noche que tengan, el feeling, la genialidad de cada uno y la complicidad entre ellos, porque improvisan. Se lo inventan en el momento. Es algo que yo no valoraba cuando mi hermano me ponía jazz y yo decía "tío esto es infumable no tiene ni pies ni cabeza". Como con el vino y el flamenco, y en general con cualquier cosa que no sea banal, insistir un poco o acertar con el disco adecuado y poner la oreja y el cerebro a escuchar hizo maravillas. Lo grande del jazz es seguirles, en el momento, disfrutar de dónde están y hacia adónde van, escuchar cómo se contestan entre sí, alucinar con la cantidad de música que tienen dentro estos tíos, y que sacan a borbotones así, inventando en el momento, a toda pastilla, y sin fallar una nota. Daba igual que fuera rock o bossanova, o algo con sabor flamenco o swing puro.

Anoche, decía, estos cuatro genios dieron tal recital que la gente, jóvenes y mayores, se dejó las manos peladas de aplaudir. El jazz es la única música que se inventa y reinventa en el momento en que se toca. Esa es su magia. El concierto de ayer no lo volveré a ver nunca, aunque vuelva a ver a Return to Forever. Es como aquello de "no te bañas dos veces en el mismo río" de Heráclito.

Os dejo con Stanley Clarke, que es prácticamente el inventor del bajo eléctrico moderno y, además, hizo anoche cosas como ésta con el contrabajo.

1 comentario:

L o L i T a dijo...

Da gusto cuando escribes con esa pasión! :)tu tb improvisas con las palabras, marcas ritmos, pausas...

Que envidia mas sana de disfrutar de algo que te emocione de esa manera un jueves cualquiera!

Muá! XD