lunes, 13 de abril de 2009

Ratón de campo, ratón de ciudad

Me encantaba ese cuento o fábula cuando era pequeño, aunque nunca tuve claro con cual me identificaba más. Ahora sé el motivo: si eres ratón de campo crees que eres el de ciudad, y viceversa. Los ratones de ciudad queremos ser de campo, al menos por un tiempo.

¿Qué tal vuestras vacaciones? Yo he estado una semana fuera, hacía mucho que no me iba tanto tiempo. Cuanto más tiempo desconectas más te cuesta volver, está claro. El síndrome de Estocolmo se cura con el tiempo, confirmado, como las penas de amor y la aversión a los tortellini que tan mal te sentaron de pequeño.

Encuentra uno, iba diciendo, un placer simple y liso en cambiar las preocupaciones de un día como ratón de ciudad por las de un roedor rural. A saber: dónde aparcar, enviar ese correo, reclamar esa factura, preparar esa reunión, terminar de programar ese dichoso kiosco táctil que se resiste, contar las horas antes de irte de tu mesa, gestionar las diez cosas que tienes que hacer de la forma más eficiente... Cambiarlas, decía, por la elección de una paella mixta o de verduras, por decidir si meter el pie o no en el mar frío, por dedicar tu atención a descubrir una concha entera, por elegir qué película tostar para ver esa tarde, por desayunarte o no otra tostada más que total no hay prisa, por escoger el restaurante dónde comer de entre las pocas y atractivas posibilidades... Se disfruta del encefalograma plano, hemos descubierto el truco budista. Ommmmm...

He sido como Lester Burnham de American Beauty, cuando decía "quiero un trabajo con el mínimo posible de responsabilidad" antes de entrar en el sucedáneo de Burger King tras dejar su empleo en una megaempresa. No he hecho pesas fumando marihuana como él, pero si llego a tener las pesas... Oye, a cambio he montado en bicicleta después de no sé cuantos años. ¿En qué momento perdió mi nalga la tolerancia al sillín de goma? ¿Y cómo coño hacía esos caballitos para subir escalones? Prodigios infantiles, supongo.

En fin, back to life, back to reality. No me gusta que mi blog se convierta en el diario de un oficinista de urbe, pero tengo que decirlo... al menos en Mayo tenemos dos puentes muy santos. Quedémonos con eso, ¿no?

1 comentario:

L o L i T a dijo...

AAaaamén!!!

¿Y lo de frenar sólo con la rueda de delante para levantar a golpecitos la de atrás? Cláramente se nos está olvidando todo lo aprendido con los bicivoladores ja,ja...habrá que despegarse más a menudo del movil y volver a darle al hula-hop!!!

Gran historia Don señor ratón de urbe!;)

Muá.